Otra Alquimia

Otra Alquimia

Para el alquimista no hay dos experimentos iguales. Podrá repetir los pasos, tratar de uniformizar los procesos, hacer que coincidan las condiciones, pero hay algo que siempre es distinto.

La ciencia tal cual la concebimos y practicamos actualmente transita por otro camino. La verificación de su validez radica en la repetición. Existe una metodología rigurosa que pretende evitar todo incidente capaz de desviar su repetición y de hecho, podría decirse que hay un elevadísimo porcentaje de posibilidades de que dos resultados sean casi indistinguibles entre sí.

Casi. Porque la ciencia misma se encargó de clarificarlo: el experimentador es parte del experimento y ejerce influencia sobre él.

¿Sucederá lo mismo a la inversa? ¿Puede el resultado influir, es decir, cambiar en algo a quien lo lleva a cabo? ¿Será que la manipulación repetida de reveladores, fijadores y entonadores puede ir modificando con el tiempo la personalidad de quien los trabaja? ¿Es posible que exista una transmutación interna que se produce bajo el influjo de la Plata, el Azufre, la Hidroquinona, el Selenio o la Tiourea?

¿Será el Elixir el efluvio del Metol? ¿Puede que el Albedo, el Sol de Medianoche, sea el simple destello de una ampliadora, y el Rubedo aquella luminosidad rojiza donde todo un universo está latente? ¿Será posible que para algunos La Piedra esté hecha de Papel?

El alquimista está solo. El artesano que realiza la totalidad del proceso fotográfico, también. Muchos podrán ver los resultados, y pocos vislumbrarán la verdadera Obra a través de la trama.

Como dije al principio, para el alquimista no hay dos experimentos iguales. Para los artesanos tampoco. Es difícil convencer al observador de que cada obra es un experimento, y que todo es diferente al final del mismo: hay un nuevo objeto en el mundo, hay alguien que siente que la Obra continúa, y un observador privilegiado que es testigo silencioso de ese cambio.