Rituales de un navegante

A veces hay como un espíritu de Tanatos rondando por la borda, queriéndome llevar a sus dominios, y uno desoye las voces internas que aconsejan no caer en tentaciones, preservar la salud para emprender nuevas travesías, en definitiva, para no depender de nada. Pero el viaje es largo…

Café, tabaco, y a veces algo de alcohol, se suman a la inactividad física prolongada, y aunque conformando un comportamiento poco saludable, esas costumbres (no recomendables) son llevadas a cabo como ritos: café tres veces al día, dos a cuatro fumadas de pipa, una par de vasos de cerveza en verano, ron o cognac en invierno, y siestas no programadas constituyen mi rutina.

Mientras tanto, las ideas fluyen a través de su propio cauce y reclaman ser atendidas apenas surgen: las redacción del marco conceptual de un nuevo proyecto, las pruebas fotográficas de algunas imágenes previamente bosquejadas, o la experimentación de una nueva técnica química. Cuando el viento sopla sobre mi nave debo aprovecharlo. Los ritos mencionados me ayudan a entrar en sintonía con los tiempos, aunque sé que hay otros caminos más beneficiosos: me recomendaron dejar diariamente la nave por unas horas en algún puerto y simplemente caminar…

Acerca de «Cartografías de un marino en tierra»

Este barco ha estado navegando por más de tres décadas, y hoy, (abril de 2020), es la primera vez que este marinero solitario y distraído decide dejar registros, algunos retrospectivos y otros recientes.

Relatos caóticos, absurdos, de aquí, de allá, o de ninguna parte… Y también breves descripciones de sus navegaciones imaginarias.

Lector, piensa en el cuaderno de bitácora escrito por el capitán del Holandés Errante: notas fantasmales, detalles fugaces, palabras e imágenes para ser leídas y vistas por espíritus vagabundos, o quizás por… ti?

Bienvenidos a bordo!

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