Stay Curious

Tengo una gata negra. Mejor sería decir que ella, Iki, me tiene a mí. Me hizo cambiar de opinión respecto a mi falta de interés por los gatos. Como suele ocurrir con los momentos de cambio, entró en mi cotidianeidad sin pedir permiso y pasó a ocupar un sitio en mi espacio de trabajo, desde donde escribo estas palabras, o en la silla de mi laboratorio. Ese desinterés inicial fue mutando hasta convertirse en una simpatía sostenida. Fue así que en 2019, en una librería de New York encontré una impresión imantada que bien podría ser un retrato de Iki, con la leyenda “STAY CURIOUS”. Ese permanecer en estado de curiosidad es el denominador común de los gatos. Me vino a la mente que esa curiosidad latente en la infancia se diluye con el paso de los años, como anticipando una decepción ante el no encontrar lo que buscamos, aunque no sepamos de qué se trata. Entonces abandonamos la búsqueda antes de empezar. No ocurre así con los gatos, que se escabullen dentro de un ropero, se trepan a una biblioteca, o aparecen allí donde no se los ha llamado. Siempre buscando algo, que no necesariamente es alimento. Es la búsqueda por sí misma. Simultáneamente llegó a mi memoria el hecho de que en la antigüedad, ser curioso era mal visto por la sociedad del momento. La persona curiosa era tildada de entrometida, tanto en los asuntos mundanos como espirituales: todas las respuestas habían sido dadas, y no era necesario, y hasta era contraproducente, generar incómodas preguntas u observaciones. Se pretendía hacer ver a la curiosidad como un rasgo patológico.

Gracias a que mujeres y hombres de los años posteriores persistieron en su ansia de conocer más allá de lo establecido, es que hoy consideramos a las preguntas tan importantes como las eventuales respuestas.

Compré impulsivamente la placa imantada y ahora está frente a mí: es de las primeras cosas que veo cuando comienzo el día. Entre otras cosas, me acicatea a que imite la insaciable curiosidad de Iki. Entonces me percato de que ese nuevo tipo de observación ha despertado mi curiosidad hacia los gatos. El ciclo está dando frutos…

Acerca de «Cartografías de un marino en tierra»

Este barco ha estado navegando por más de tres décadas, y hoy, (abril de 2020), es la primera vez que este marinero solitario y distraído decide dejar registros, algunos retrospectivos y otros recientes.

Relatos caóticos, absurdos, de aquí, de allá, o de ninguna parte… Y también breves descripciones de sus navegaciones imaginarias.

Lector, piensa en el cuaderno de bitácora escrito por el capitán del Holandés Errante: notas fantasmales, detalles fugaces, palabras e imágenes para ser leídas y vistas por espíritus vagabundos, o quizás por… ti?

Bienvenidos a bordo!

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