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Elogio de la No-Pasión

De la pasión surge la pena, y de la pasión surge el temor. Si un hombre está libre de la pasión, está libre de la pena y el temor. (*)

Apasionarse es padecer. El apasionamiento no es goce o euforia: implica sumisión a un estado emocional que desborda y domina. ¿Qué sucedería si por un momento pudiésemos experimentar la vida sin «paskho», sin el padecimiento que nos convierte en seres pasivos?

Hay un Camino para acceder a esa condición, que no consiste precisamente en dejarse invadir por el desinterés y la apatía: desde dichos estados, la experiencia como tal queda relegada y no es posible trasformarla en vivencia, es decir, en un tipo de experiencia capaz de modificar sustancialmente nuestra vida.

El Camino remite a un acto voluntario y sostenido que conduce a una paradoja: el hecho de ir a la búsqueda intencional del desapego. Puedo intentar ser explícito y bosquejar ese Camino mediante palabras: sólo sería un bosquejo, al tratar de describir algo inefable. Sin embargo hay un Estado del Arte que actúa como las aguas profundas, disolviendo y agregando sin que el autor (transeúnte de superficies) se percate de lo que ocurre.

¿Cuál es el deseo de un artista? Expresar.
¿Cuál es su mayor padecimiento? No poder representarlo.

La pasión, aún expresada serenamente (la force tranquile), pulsa como el metabolismo de un ser vivo llevado al mínimo de sus signos vitales, en el umbral entre la vida y la muerte. Detención, espera, latencia, recogimiento en lo simple, aspirando a nada.

He decidido asumir ese riesgo. Este grupo de sencillas metáforas intenta reflejar las sendas que conducen a la No-Pasión, vista ésta como la realización plena del ser humano. Las tres etapas (cesación, introspección, iluminación) no son más que esbozos de un fotógrafo apasionado (es decir, padeciente) que vislumbra la extinción a pesar suyo.

El espectador no encontrará en estas imágenes estridencias visuales: no las hubo cuando Eso que no lleva nombre tomó el control de los actos y me dejó solo, desapasionadamente, en un espacio infinito y oscuro, en plena libertad.

Arquitecto, al fin te conozco: no volverás a reconstruir tu casa en mí.

Siddhartha Gautama
El Buddha

Fin del deseo –
Alguien es liberado
y no lo sabe

Técnica:

Impresas en papel de Plata sobre gelatina con posterior entonado.

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