La escritura y el dibujo son actividades realizadas con las manos. El ojo, la intuición y la inspiración guían, pero en definitiva son las manos las que concretan la imagen de acuerdo a la manipulación de instrumentos o materiales.

Si la fotografía es escribir o dibujar con luz, las manos no pueden estar ausentes en el momento de su creación: tanto se emplean durante el manejo de la cámara como en ausencia de ella, tal cual lo fue al inicio de esta técnica.

Fueron las manos las que ordenaban los objetos que permitirían o impedirían el paso de la luz hasta el soporte sensibilizado, y las que diseñaban formas utilizando sustancias y elementos que luego serían impresos en dicho soporte.

En un momento de la historia reciente las manos fueron “exiliadas” del proceso creativo: la actividad se redujo a una exacerbada labor intelectual y a presionar teclas o botones.

De modo que, si como dice su nombre, la fotografía es dibujo o escritura con luz: ¿cabe en su definición un tipo de fotografía donde no participen las manos?

La cámara fue primero una simple caja estanca a la luz, más tarde fue una sofisticación óptica y mecánica, luego electrónica y computarizada, lo que permite crear imágenes y reproducir escenas con gran fidelidad; pero el dibujar con luz (la fotografía original) sigue siendo una tarea tanto manual como visual.

El resto es imagen digital, una forma distinta de diseñar, dependiente de hardware y software, que despierta y moviliza otras áreas del cuerpo. Desde un punto de vista personal, es lo que siento al practicar una u otra forma de generar imágenes. El laboratorio pasa a ser el punto de separación entre ambas disciplinas. Aunque los resultados sean indistinguibles entre sí, o no evidencien su origen, el proceso creador es muy diferente.